Con gran Júbilo y alegría damos gracias a nuestro Rey Eterno por habernos sostenido con su mano y la de su Madre Santísima Inmaculada durante estos 450 años y le imploramos que nos siga custodiando, para que a ejemplo de ella acojamos la palabra, viviendo gozosas la condición de hijas amadas de Dios, para Gloria de su nombre y bien de la humanidad.
Para todos los devotos cristianos que estuvieran impedidos a causa de la ancianidad o por grave enfermedad, que en sus domicilios hagan una oración ante una imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, uniéndose espiritualmente a las celebraciones del Monasterio y ofrezcan los dolores y molestias de la propia vida.